No, las ánimas benditas no son malas ni peligrosas. Son almas que necesitan de nuestras oraciones y sufrimientos para alcanzar la plenitud de la vida eterna.Por ello, las personas consagradas al Señor con la profesión religiosa deben vigilar atentamente cada una de sus palabras, cada una de sus acciones y pensamientos, para no convenir un día a